"Las cuatro cartas estaban sobre la mesa.
Era cuestión de elegir una. Las cuatro cartas miraban para arriba. Y el pelo colgaba para abajo.
La mesa era roja. La mano que había era blanca pero de repente azul.
Los pasos siguieron caminando y luego él los siguió.
El piso se hacía de goma y se hundía. Pero de alguna forma extraña, que no extrañaba a nadie, podía seguir avanzando.
Alguien chista.
Pero se sigue avanzando.
Alguien pasa con un gato muerto en sus manos. Pero son sus manos las que sangran.
No hay camisones, se pregunta cree que se pregunta.
Alguien mira para atrás.
Él mira uno de sus bolsillos.
Alguien dice por acá… por acá… por acá…
Una máquina tragamonedas paga un superpremio.
Y es raro. Porque no suele haber máquinas tragamonedas en la playa.
Ahora hay viento. Hay mucho sol también.
No puede levantar su vista.
Mira su sombra en la arena. Mira como se mueve. Esperando darse cuenta que esa no es su sombra.
Es solo un momento antes del horror. El horror de darse cuenta que es UNO el que no es de su sombra.
Y camina y baja más la vista. Y no reconoce sus piernas. Esas no son sus piernas. No son sus piernas.
Mira la sombra en la arena. Esas piernas son de esa sombra. Él no es de la sombra ni de las piernas.
De dónde es. De dónde es. De dónde es.
Alguien dice por acá.
Y él está sentado mirando el mar. Siente un vació enorme. Pero ya pasaron los truenos."
Y luego, en el Momento Cancio, Algunos Boxeadores en el cine.
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