"La dispersión era su perdición. Eran muchas las cosas. Pero aun cuando se concentraba en dispersarse, se dispersaba.
Le gustaban las tostadas con mermelada, pero nunca recordaba cuál era su favorita.
Ya había comprado mango, higos, duraznos, frutillas, uvas…
Hasta llegó a pensar que en verdad ninguna le había gustado y que solo estaba buscando algo que jamás había existido.
En algún momento sintió que la respuesta podía estar del lado de la locura o del lado de la sanidad.
Pero no supo como buscar esa respuesta.
Como una distracción más trató de encontrar esa forma de distracción en otras situaciones de su vida.
Había un tipo de mandarinas, que por su forma de pelarse, eran sus favoritas.
Ridículo ya le había parecido que las mandarinas tuvieran nombre, como una marca.
“¿No debería ser la madre naturaleza su marca?”, pensó.
Asi que ya eran dos, la mermelada y las mandarinas.
Esa noche se despertó sobresaltado… acababa de recordar una película que le gustó mucho de chico. Pero… ¿cuál era? ¿Era “El Globo Rojo” o “Crin Blanca”? ¿Era “Anteojito y Antifáz”? ¿”Cascanueces”?
Era como si pudiera recordar todo menos eso que lop hacía más personal.
Porque si tenía que llamar para preguntar, surgía una pregunta previa… ¿a quién llamar?
Todo era dispersión y ramificación.
Y así pasaba los días, cuando no estaba programando “algún algo” para alguna computadora.
Porque cuando no era él, era una serie de símbolos precisos y circuitos pequeños.
Algo mecánico y ya impersonal – aunque era un pequeño genio y por eso varios iban a él.
Y un día, sin saberlo él, trabajando en su computadora cinco mil setescientos veintiocho…
Todo se concentró en un dos palabras. “ROSA MOSQUETA”."
Luego, la Dra Laura nos habló de Divorcios y Separaciones!
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