"Henry maneja el auto. Los ojos se le cierran.
La ruta está oscura. En el asiento de atrás duermen sus dos amigos.
La noche ha sido intensa e inesperada.
Las luces altas del auto solo iluminan unos metros más allá.
Un ruido llama la atención de Henry.
Es un ruido metálico. O de algo metálico golpeando contra algo metálico.
Henry se vuelve por un momento para ver si es alguno de sus amigos que se ha despertado y ha hecho algún tipo de ruido metálico sobre algo metálico.
“Qué carajo…?”, se pregunta Henry.
El ruido se hace silencio y él sigue manejando un poco más tranquilo pero intrigado.
El auto cambia de carril.
Henry se refriega los ojos. Intenta ver más allá de la oscuridad.
En un momento piensa en su niñez. Y en como miraba desde la ventana de su humilde hogar el lujo de los señores de enfrente.
Ahora él era uno de los señores de enfrente, pero aun mantenía una mirada de niño de hogar humilde.
Esa misma mirada que ahora contiene ojos rojos.
Ojos rojos que son refregados por sus manos para tratar de mantenerse despierto.
Entonces el ruido metálico vuelve.
Y sus dos amigos se despiertan preguntándose qué es.
¿Será lo que tienen en el baúl?
¿Será el hombre acuchillado que está en el baúl?
Entonces Henry detiene el auto y lo estaciona lejos, a un costado de la ruta.
Henry abre el baúl. Y ahí está. Moribundo, intentando decir algo pero la sangre le ahoga su boca.
Uno de sus amigos, lo liquida. El otro mira. Y Henry piensa, “este es el lado oscuro, del lujo de los señores que veía con mis ojos de niño desde mi humilde hogar”."
lunes, 20 de diciembre de 2010
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